Acompañamiento espiritual durante la enfermedad terminal – un acto de amor y paz
RESPONSOS Y ORACIONES FUNERARIAS
Oremos Juntos
6/9/20253 min read


Estaba en la habitación de un ser querido, como mi tata Mario, viendo cómo la vida se desvanecía lentamente. El dolor físico era evidente, pero lo que más me conmovió fue la paz que se estaba apoderando de su ser. El sufrimiento, aunque real, no parecía tener la última palabra. La serenidad que emanaba era el reflejo de un alma acompañada no solo por nosotros, sino por la presencia divina que en ese momento se hacía sentir. Mi corazón se llenó de amor y compasión mientras me sentaba a su lado, rezando en silencio y dejando que cada palabra de oración fuera un bálsamo de consuelo. En los momentos más difíciles de la vida, como la enfermedad terminal, el acompañamiento espiritual se convierte en un acto profundamente humano y divino: un puente entre la vida y la muerte, entre el dolor y la paz.
Cuando una persona se encuentra en la etapa terminal de su vida, el dolor físico y emocional puede ser insoportable. Sin embargo, el acompañamiento espiritual tiene el poder de brindar consuelo y paz en esos momentos. No se trata solo de estar presente, sino de ofrecer una presencia cargada de amor y esperanza. A través de la oración, la bendición y las palabras de consuelo, podemos ayudar a esa persona a hacer las paces con su vida y su fe, guiándola a una muerte tranquila y llena de dignidad. Eso ha sido también lo que mi mamá me ha mostrado. Ella, por ser la única hermana de 4 hermanos y por encontrarse cerca de nuestros familiares más mayores, tomó la opción de acompañarlos. Por eso también quise abordar este tema que todas las familias deben enfrentar en algún momento.
El acompañamiento espiritual no es solo para el enfermo, sino también para los familiares. En medio del sufrimiento y la incertidumbre, la fe y la esperanza pueden ser el refugio donde encontrar consuelo. La presencia del acompañante espiritual es como una luz que ilumina el camino en la oscuridad, ofreciendo no solo consuelo emocional, sino también paz para el alma.
Te propongo 4 pasos como camino de acompañamiento tanto a la persona enferma como a sus familiares:
Paso 1: Estar presente. A veces, las palabras no son necesarias. La presencia silenciosa de alguien que ofrece consuelo, sin juzgar ni apresurarse, es uno de los actos más poderosos de amor.
Paso 2: Ofrecer oraciones de consuelo. La oración puede traer paz tanto al enfermo como a sus seres queridos. Las oraciones de sanación, de agradecimiento y de entrega son instrumentos sagrados en el proceso de despedida.
Paso 3: Escuchar sin prisa. El enfermo puede tener muchas emociones que expresar en sus últimos momentos. Escuchar, con paciencia y empatía, es una forma de acompañar espiritualmente.
Paso 4: Ofrecer palabras de esperanza. La fe en la vida eterna y la misericordia de Dios son las bases de una despedida serena. Recordar que la muerte no es el final, sino un tránsito hacia la paz, puede traer consuelo en medio de la tristeza.
Recuerda que también puedes solicitar ayuda para estos momentos en tu comunidad o iglesia o, solicitármelo a mi también si estás en Santiago y lo requieres de forma presencial, aunque, gracias a la tecnología, también podríamos hacerlo por videollamada.
"No tengan miedo, yo soy el primero y el último, el que vive; estuve muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos."
Apocalipsis 1,17-18
Hoy, si tienes la oportunidad de acompañar a alguien en su proceso de enfermedad terminal, hazlo con un corazón lleno de amor y paz. Ora por ellos, pidiendo a Dios que les brinde serenidad en sus últimos días. Si no tienes a nadie cerca, pero hay alguien en tu vida que está pasando por un proceso difícil, haz un compromiso de acompañar espiritualmente a esa persona. A veces, las palabras no son necesarias; tu presencia y tus oraciones serán suficientes para ofrecer consuelo y amor.
Bendición:
Que, en el dolor de la enfermedad, encuentres la paz que solo Dios puede dar. Que tu corazón se llene de amor y esperanza mientras acompañas a los demás, recordando que cada momento de compasión y presencia divina es un acto sagrado. Que el Señor dé fortaleza al enfermo y a su familia, y que, a través del acompañamiento espiritual, la paz reine en sus corazones. Amén.