La sociedad y la marginación de los mayores: reflexiones y acción
CRÍTICA PROFÉTICA O ACTIVA
Oremos Juntos
10/19/20252 min read


Don Ricardo solía ser profesor de historia. Hoy, a sus 83 años, vive solo en un pequeño departamento. A veces siente que se ha vuelto invisible: nadie lo llama, pocos lo escuchan. Cuando sale a caminar, observa cómo la gente pasa apurada, absorta en sus pantallas. Una tarde, una niña lo saludó espontáneamente y le dijo: “Mi abuelo también usa bastón como usted”. Don Ricardo sonrió. En ese breve gesto, sintió que volvía a existir.
Esa escena cotidiana refleja una herida profunda en nuestra sociedad: hemos aprendido a admirar la juventud, pero hemos olvidado honrar la vejez. Sin embargo, cada anciano lleva en sí la historia viva de nuestro pueblo. Cuando los marginamos, perdemos parte de nuestra memoria y de nuestra humanidad.
La marginación de los mayores no siempre se manifiesta con desprecio, sino con indiferencia. La cultura del rendimiento y la prisa los deja fuera del ritmo de lo “útil” o “productivo”. Pero desde la mirada de la fe, los mayores son testigos del tiempo, maestros de paciencia y esperanza.
Una sociedad verdaderamente humana se mide por su capacidad de cuidar y escuchar a sus mayores. Ellos no son un peso, sino una bendición. Su palabra puede orientar decisiones, su experiencia puede sanar heridas y su presencia puede unir generaciones.
Te propongo un camino práctico para transformar esta realidad:
Escucha y reconoce: dedica tiempo a conversar con una persona mayor, sin apuro.
Rompe la indiferencia: saluda, pregunta, hazlos sentir vistos y valorados.
Promueve su participación: en familia, comunidad o parroquia, intégralos en decisiones y actividades.
Defiende su dignidad: alza la voz cuando veas injusticia, olvido o trato despectivo hacia ellos.
Hace al menos unos 26 siglos atrás, ya se tenía como impronta:
"Honra a tu padre y a tu madre, para que tengas larga vida y seas feliz" (Deuteronomio 5,16).
Hoy quiero plantearte un desafío especial:
Esta semana, elige un adulto mayor de tu entorno y hazle sentir su valor: visítalo, escúchalo o acompáñalo en algo que necesite. Luego, en oración, di:
"Señor, que nunca me acostumbre a pasar de largo ante los que más me necesitan."
Bendición
Que el Señor te conceda una mirada capaz de ver el valor en cada vida, especialmente en quienes el mundo olvida. Que tus gestos de compasión se transformen en semillas de justicia y ternura, y que ayudes a construir una sociedad donde nadie envejezca en soledad. Amén.