Un agosto que fortaleció nuestra fe: historia de perseverancia
Testimonio inspirador sobre cómo la perseverancia y la fe sostienen en los momentos más difíciles. Relato realista con pasos prácticos y bendición final.
TESTIMONIOS INSPIRADORES
Oremos Juntos
9/1/20252 min read


¡Hola! ¿Cómo estás?
¡Qué bueno verte de nuevo por aquí!
Hoy déjame contarte una historia. En pleno agosto del año pasado, Rosa vivió lo que parecía el final de su esperanza. El invierno había sido duro: largas noches de frío en su casa sin calefacción, problemas de salud y la angustia de no encontrar trabajo. Sus hijos la miraban con la pregunta en los ojos: “¿cómo vamos a salir adelante?”.
Una tarde, agotada y al borde del llanto, decidió caminar hasta la capilla de su barrio. Allí, en medio del silencio y de un par de velas encendidas, se sentó y simplemente dijo: “Señor, ya no puedo más, pero confío en que Tú sí puedes”. No ocurrió un milagro inmediato, pero en ese momento sintió una paz extraña, una certeza de que no estaba sola. Con el paso de los días, encontró pequeñas señales: una vecina que la ayudó con víveres, un médico que no cobró la consulta, y finalmente, un trabajo que le permitió sostener a su familia.
Rosa suele repetir ahora: “No fue fácil, pero ese agosto me enseñó que la fe no elimina los problemas, sino que me da fuerza para perseverar y no rendirme”.
La perseverancia no es solo resistir por inercia, sino mantenerse firme con un sentido profundo. Rosa descubrió que la fe se convierte en motor cuando la vida parece detenerse. Es fácil creer cuando todo va bien, pero es en los meses difíciles donde realmente aprendemos a confiar.
La historia de Rosa nos enseña que perseverar es dar un paso a la vez, aunque parezca pequeño, y confiar en que Dios acompaña cada movimiento. No se trata de esperar soluciones mágicas, sino de encontrar en la fe el valor para seguir intentando.
Te propongo un camino práctico para vivir la perseverancia:
Reconoce tu fragilidad: no niegues tu cansancio o tus miedos; ponerlos delante de Dios ya es un acto de confianza.
Da pasos pequeños: no necesitas resolver todo en un día; avanza con lo que está a tu alcance.
Busca señales de esperanza: a veces están en lo más sencillo: una palabra amable, un gesto de ayuda, una oración compartida.
Recuerda experiencias pasadas: trae a tu memoria momentos en que superaste dificultades; eso alimenta la confianza de que volverás a salir adelante.
Ahora, tómate 5 minutos y dale vueltas en tu mente y tu corazón a estas palabras del profeta Isaías:
"Felices los que esperan en el Señor, porque recibirán nuevas fuerzas" (Isaías 40,31).
¿Quieres un desafío espiritual para este mes de septiembre?
Elige un objeto que represente tu perseverancia —una vela, una piedra, un cuaderno— y colócalo en un lugar visible durante este mes. Cada vez que lo veas, haz una oración breve:
"Señor, dame la fuerza de seguir confiando un día más."
Bendición
Hoy oro por ti: que tu perseverancia sea alimentada por la fe y no por el miedo. Que, incluso en los días más fríos y oscuros, sientas que Dios camina a tu lado. Que cada paso que des, por pequeño que sea, te acerque a la esperanza y a la vida plena que Él sueña para ti.
Un abrazo.