¿Y si Jesús no fuera bienvenido en nuestras parroquias?

Me encontraba en la iglesia, rodeado de la gente que acostumbraba asistir. Todos vestidos con sus mejores ropas, sonriendo educadamente, mientras el sacerdote daba su homilía. En ese momento, me vino una pregunta: Si Jesús estuviera entre nosotros hoy, ¿sería bienvenido en este lugar? ¿Le permitiríamos hablar, caminar, tocar los corazones de los que menos tienen? La respuesta no fue fácil, pero la duda dejó espacio para una reflexión profunda.

La iglesia no está hecha para los perfectos, sino para los imperfectos. Jesús vino a sanar a los enfermos, a los olvidados, a los que eran marginados. Hoy, la pregunta es si somos realmente una iglesia inclusiva, abierta a todos los que vienen con el corazón quebrantado. A veces, nos cerramos a lo inesperado, y el Cristo de los márgenes no cabe en nuestras estructuras rígidas. ¿Estamos dispuestos a cambiar, a dejar que Él venga a nuestras parroquias sin miedo?

Déjate tocar por estas palabras del Maestro:

“No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.”
Marcos 2,17

¿Listo para tu desafío espiritual?

Hoy, reflexiona sobre cómo puedes ser más inclusivo, más acogedor, con aquellos que no pertenecen a tu círculo. Un simple gesto, una invitación a sentarse, una palabra amable, puede hacer que la iglesia de Cristo se haga más real. Acepta a aquellos que crees que no encajan... ¿Y si tú, lector, no eres cristiano? No te preocupes. Dios tiene ojos para ti, aunque lo llames como lo quieras llamar. Solo déjate inundar de la fuerza más poderosa del universo: el amor.

Bendición

Que tu corazón se abra a los que vienen en busca de Dios. Que, como Jesús, tu amor abarque los márgenes, las fronteras, y encuentres a Dios en lo inesperado. Amén.

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